Hou Hou Hou y una botella de zumo de calabaza [Fred]

Cartas normales, cartas de impuestos, cartas de amor, cartas de odio, cartas de tus amigos, cartas de tu madre diciendote que no rompas los calcetines nuevos color berenjena porque era de su tio y tiene un gran valor sentimental. Había en el mundo tantos tipos de cartas... que mi mente inteligente (no tengo abuela) no podía llegar a albergar a mi temprana edad.
Todas eran odiadas por mi, prefería las cosas a la cara, sin letras, voz de por medio, pero habia una, solamente una en el mundo que podia hacer que mi estómago se revolviese, presa de la angustia y de la mayor de las alegrías a la vez. ¿Qué cual es el tipo de carta que me hacía sentir así? No, no era lo típico ¿Una carta de mi amor adolescente y para toda la vida? ¿La de mi madre? Ni muchsísimo menos, esa carta tenía color de tinta verde, de hojas gruesas, con un escudo y un lema: "Draco dormiens nunquam titillandus". Ah si, ¿Y tanto rollo por la carta de un colegio? Pues la respuesta es si, por un colegio.

En ese colegio tenia amigos, familia, conocimiento, travesuras y chicas. No podía pedir nada mas. Su lado oscuro era el estudio. Por suerte había nacido con una mente lo suficientemente privilegiada para no tener que estar todas las tardes enteras repasando viejos y pesados libros llenos de polvo, eso se lo dejaba a la gente o, de escasa inteligencia, o, a la gente pelotera.

En fin, resumiendo, que habíamos recibido la carta de todos los años de Hogwarts, con los nuevos libros, capas y demas enseres magicos (Y los que no). Como sentía que me estaba haciendo mayor y ya me empezaba a picar la barbilla, decidí llevar la contraria a todo el mundo, osea, mis padres, e ir al Callejón Diagon yo solito, si señor, agarré un puñado de polvos Flu y en menos que se dice ¡NO!, Ya estaba dando vueltas como una peonza.

Aparecí en unas de las chimeneas polvorientas, había tanta gente por estos lugares que casi me como la pierna de un señor muy estiraddo que me miró como a un gusano parlante. Sin duda, mucho antes de mi viaje express al Callejón Diagon me habia dedicado a escribir una lechuza a mi primo - hermano - compañero Fred. Si con el venia toda la tropa, a mi no me importaba, pero no me hacia cargo de niños gritones eh.
Como decía, las calles estaban atestadas y eso me agobiaba muchísimo, que mejor cosa que montarse en una escoba y volar por el cielo sin que nadie invada tu espacio personal.... Era la gloria.

Mientras mirada los puestos, pude admirar a una chica de cabello rubio, que me recordaba a alguien.... No, no, no James, eso no estaba nada, nada bien. Pero aún así, le guiñé un ojo, lo que provocó que la mencionada chica enrojeciese como un tomate de aquellos gigantes de Hagrid. Tanto ego de pronto hizo que yo fuese aún mas imbécil y me tropesase con una caja de higos levitantes, titandolo todo al suelo, inlcuidos yo y el mercader.

- ¡Maldito niñato! ¿Quiénes son tus padres? ¡Quiero hablar con ellos ahora mismo!

- ¡Ja! ¿De veras? - no era tonto, sabía que si decia quien era mi padre se quedaría con la misma cara de tonto que ponian todos. Pero me habían enseñado a no presumir de ello - Creo que...

Y antes de que se diese cuenta, salí corriendo hacia el Caldero Chorreante, a la espera de mi amigo. No sabía como pero siempre, estuviesemos donde estuviesemos, lejos cerca, siempre acabábamos encontrándonos, era una conexión especial. Me senté en una de las mesas.

- Zumo de calabaza, por favor - bien fresca, ese tipo era grende, podría haberme hecho trizas, y luego mi padre me hubiese dejado tonto para siempre, uno de sus manotazos en la cabeza podía provocar ese efecto... me rasqué la cabeza sólo de pensarlo.

¿Podría ser que mi primo tardase taaaaaaanto en llegar? Mmm, últimamente estos dos, Fred y Aldora tardaban mucho en llegar a los sitios, ay Merlín, ya sabia lo que pasaba... no soportaban ya tener a un engreido y creido chico guapo como yo cerca de sus pieles puras. Eso era.

Pasaron los minutos y me di cuenta de las tonterias en las que estaba pensando ¿de verdad? A ver si iba a ser verdad que se alejaban de mi, no por guapo y saberlo, sino por idiota insensato, ¿cómo me atrevía a oensar eso de mis amigos? ¡Nunca más!
Uff, tanto pensar me estaba dejando seco, alzé la mano para coger el vaso de zumo de calabaza pero de pronto, ya no estaba.
Miré a mi aldededor y me encontré con una melena rojiza y un cuerpo larguirucho, ah, mi primo hermano Fred II. Y encima el descarado se sentaba así, de aquella manera tan descarada, echandose el pelo hacia los lados. Eso lo hacia yo, el copión. Marcaba tendencia.

- Vaya, vaya, el mago vago ya está aquí, ¿Porqué tardabas tanto Freddy? ¿Se te habia perdido el tinte del pelo dentro de un agujero? - ahora era la mia, la camarera se acercó con otro vaso y sin perder un segundo lo agarré con fuerza, vertiendo un poco encima de mi pantalon - maldita sea Fred, indirectamente es tu culpa - claro que todo eso era broma.

Lo limpié con la mano, si me viese mi madre....

- Oye - di un sorvo al zumo de calabaza, fresquito, mmmm - ¿Sabes dónde se mete Aldora?