si no te planto en un maseta es por te quiero(Lorcancitooo)

Castigo, invernadero, mandrágoras; fueron las palabras que logré distinguir entre todo el regaño de la profesora de encantamientos -aunque parecía más un discurso- tan aburrido, tan tedioso y tan absurdo como las campañas de los muggles por ver quien es más obtuso. -Lo que usted diga señorita…- Murmure aceptado mi castigo mientras salía de la habitación, deduciendo que sería más agradable escuchar el chillido de la planta antes de seguir sujeto a esa arenga, fue entonces que emprendí la carrera entre los pasillos dispuesto a no perder más tiempo, imaginando que si terminaba deprisa podría estar en la sala común antes del atardecer, sin embargo cuando llegue vi un grupo de los primeros años tomando clase y sin más remedio que esperar me senté entre las macetas escuchando nuevamente uno de los discursos de la nueva profesora que al confundirme con uno de sus alumnos me hizo participar en su clase sorprendiéndose de mis conocimientos.

Finalmente les dio luz verde para iniciar con sus reportes, permitiendo que se esparcieran por el lugar siendo que esa era su última clase, aproveche ese momento para mezclarme con ellos entretenido por un grupo de chicas que no hacían más que preguntarme sobre cualquier cosa que veían aunque empecé a sospechar que sus intenciones eran otras cuando mire los golpes en el costado que se daban con el todo y cuchicheaban algo a mis espaldas. –Lo siento niñas pero debo volver a mis deberes.- Anuncie con una sonrisa aunque la mueca contraria se dibujara en sus labios, me despedí agitando la mano y me perdí entre los arbustos esperando a que se marcharan. –Genial si termino al anochecer me daré por bien servido.- Bufé mientras me colocaba los tapones para los oídos para evitar cualquier accidente, trasladando las plantes de una en una a una hasta colocarle en su nuevo hogar, tan rápidamente que apenas notaron el movimiento pero justo cuando empezaba con las bebés un pote se me resbalo de las manos y el chillido aturdidor se escucho por todo el lugar aunque por suerte para mi llevaba la protección.

- He no te cantaré una canción de cuna.- Bufe mientras le depositaba en otro traste, le cubrí con tierra y continúe por el siguiente pensando con sarcasmo que aun me encontraba en la fantástica soledad de mi invernadero favorito…

Deseaba que el bramido de la mandrágora no hubiera molestado a nadie pero lejos de intentar averiguarlo fingí demencia continuando con mi labor, sabiendo que si a alguien había molestado estaría ahí cantándomelo el resto de mi castigo, ladee la cabeza pasando otra cría al siguiente pote y cuando menos lo esperaba note que alguien me estaba sacando la protección. -¿Tu que crees Sahari?- Pregunte con diversión haciendo que la “h” sonara como “j” dándole un sonido diferente a la variante de su nombre en mis labios, al tiempo que recibía su abrazo y le acariciaba la espalda con afecto antes de que se separara. –No hice nada… tan malo…- Respondí colocando en mi rostro una de esas muecas de niño bueno, llevándome la diestra a mis cabellos alborotándolos de una mantera despreocupada y después sonreí. -Es solo que a la profesora de encantamientos no le ha hecho gracia que su estola intentara comerle ¿Pero a quien se le ocurre llevar un animal muerto en hombros en una escuela de magia? – Pregunte lo último con una sonrisa pensando de que era normal que esos “accidentes” pasaran terminando por fruncir los labios como niño regañado al momento en el que me regresara la protección como diciendo “hey termina con tu castigo y deja de hablar”.

No obstante, esta mueca fue reemplazada cuando ella se coloco una similar con la intención de acompañarme, le mire sentarse en la orilla de la mesa y con su promesa de posponer la conversación luego de mi castigo continúe con mi trabajo. -¿Ha ahora que pasa?- Pregunte al escuchar el arañazo sobre el cristal, moví la cabeza hacia los lados buscando la planta responsable y cuando me encontré con la causa sacudí mi mano lanzándole un poco de tierra sabiendo que le molestaría un poco. -¿Por qué no me ayudas en lugar de escribir?- Inquirí divertido enfatizando cada palabra para que pudiera leerla en mis labios para después volver las manos a la obra aunque realmente no faltaban demasiadas.

Descubrí la desaprobación ante la modificación que le hiciese a su nombre pero mire con agrado cuando siguió con la conversación. –Pero no he jugado con su estola, te he dicho que revivió por accidente cuando lo que quería revivir era una estatuilla de dragón que había encontrado en el sótano la noche que mi padre me pidió limpiarlo y fue inevitable desviarme cuando cien kilos se estrellaban contra mí.- Comente divertido exagerando sobre el peso de mi compañero colocando en mi rostro una mueca de dolor, ignorando hasta cierto punto su intención por mostrarse como chica buena que no rompe ni un plato e intentando que se sacara aquella máscara sacudí mi mano apenas lanzándole unas boronitas pequeñas de tierra pero ella me respondió arrojándome un puñado de esta.

- Se nota que nunca has estado castigada.- Bufé levantando mis manos, mostrando demostrándole que no tenía donde ocultarla al no llevar la chaqueta del uniforme, tan solo llevaba lo menos posible y después me volví a mi trabajo. – Pero no te preocupes Saharí soy demasiado bueno con los trabajos manuales y en menos de que lo imagines habré terminado.- Anuncie con optimismo sonriendo mientras pasaba la siguiente mandrágora al pote, consiente de que solo faltaban los bebés por lo que no me llevaría tanto tiempo termine.- Pero que va si te queda a la perfección, ¿no has notado que tienes esa expresión oriental de meditación?- Le respondí a su comentario sobre su nombre, ignorando la forma en la que me había llamado, al final solo era una bocal.

Me encogí de hombros cuando descubrí el sarcasmo dentro de la frase que apremiara mi originalidad como diciendo “Es lo que hay, tómalo o déjalo”, pese a ello lo que realmente me sorprendió fue cuando acepto que nunca fue castigada si no por el hecho de que le disgustara que lo mencionara aunque para mi ella era la chica perfecta; la joven de familia que nunca se mete en problemas, inteligente, respetuosa y aunque de vez en cuando se veía caprichosa para mi no tenía nada de malo. –Si quieres un castigo solo júntate conmigo.- Comente con una sonrisa volviendo a mi labor con las mandrágoras sabiendo que no se atrevería a hacer alguna diablura para no disgustar a sus padres, menos estando tan cerca de las fiestas navideñas y casi mirar peligrar sus regalos.

Fue en ese momento que le vi con la intención de ayudarme pero no pasó mucho tiempo para que me encontrara cubierto de tierra, inconscientemente sacudí la cabeza como un perrito recién bañado lanzando la tierra por todos lados sin poder evitar que parte de esta llegara a los cabellos y el uniforme de mi compañera. –Mira lo que te has ganado por jugarme sucio.- Comente con una sonrisa mirándola incluso más sucia de lo que yo le había dejado pero con la intención de no ganarme su resentimiento me acerque a ella rodeándole con mis brazos cariñosamente, le di un beso en la frente y después me separe con una radiante sonrisa. –Pero sea como sea siempre te ves hermosa, vamos Sahara sabes que te quiero tal y como eres.- Admití con sinceridad por que a pesar de ser una serpiente ella me había caído bien a primera vista, después de todo no tenía prejuicios por las casas y ella era más que la chica fría que dejaba ver siempre a todos.

¿Qué si era impulsivo, aniñado e incluso infantil? Tal vez, aunque probablemente cualquiera que me conociera respondería con una afijación sin pensarlo pero siendo sinceros no me importa lo que piensen los demás si puedo ver una sonrisa en los labios de mis amigos. –Gracias.- Bufé sin pensarlo al descubrir la respuesta tan simple de parte de mi amiga viendo frustradas mis buenas intensiones pero en pos de que no descubriera que me importaba me volví a mi trabajo con las mandrágoras, pasando una a una de las crías que aun me quedaban y después de unos minutos de apacible silencio una palabra basto para hacerme participe de su melancolía. –No tengas miedo, los cuentos que dicen que si una bruja se moja termina desapareciendo los han inventado solo para asustar a las brujitas.- Comente sin más por reanudar la conversación haciendo alusión a las formas tan peculiares que utilizaban para controlar a los infantes con poderes sobre naturales aunque regularmente solo funcionaba con los hijos de muggles que por miedo a mostrar lo que eran escondían la magia que había dentro de ellos hasta que llega ese momento inevitable de expresarla.

-No puedo creer que alguien creyera en eso.– Bufé mientras una risa suave escapaba de mis labios al tiempo que la última raíz alcanzaba su hogar por unos cuantos meses más. -Finite- Susurre para mí acomodando el pote en su sitio, me acerque a mi compañera mientras sacudía mis manos y mire por la ventana sin decir nada más al tiempo que buscaba alguna otra manera de regresar el ambiente cordial del lugar desvaneciendo esa bruma increíblemente pesada para ser imperceptible.