En el Fayum buscando...

El tiempo siempre pasa a segundo termino cuando ingreso al colegio por que todo se mueve de una forma tan distinta que lo que hiciese comúnmente parecería trivial, justo ahora tenia en mente otras ocupaciones como capitán del equipo de Quiddich de mi casa y aun así no podía dejar de pensar en que deseaba hacer un viaje a un lugar extravagante. –Duerme soñando Loki- Refunfuñe molesto conmigo mismo por no poder realizar mis deseos al tiempo en el que giraba en mi cama, lance una mirada al reloj de arena que descansaba junto a mi cama descubriendo que aun faltaban varias horas para iniciar las clases y cerré mis ojos pensando en conciliar nuevamente el sueño pero un golpecito en mi cabeza me despierta.-He Scamander la directora quiere verte.- Bufo el prefecto de mi casa al mismo tiempo que extendía la mano tomando lo que me había lanzado para regresárselo pero solo consigo que se estrellaba contra la puerta que se cerraba.

-Me las pagaras.- Rezongue mientras me levantaba robándome la frente encaminándome hacia el baño para tomar una ducha rápida, me aliste con el uniforme peinando mis cabellos con el simple movimiento de mi diestra y después me encamine a la oficina de la directora donde recibiese las recientes noticias de mi madre. -¿Quiere que me una a ella?- Inquirí curioso tratando de descartar que se tratase de alguna broma aunque dudaba que la directiva se prestara a ello. -Aquí están las instrucciones, haga sus maletas y buen viaje.- Anuncio como si tuviera prisa de que me fuera incitándome a tomar la carta que estaba entre sus manos, la misma que recibí con cautela para luego dirigirme a mi habitación a cambiarme, hice una maleta ligera y fui de un traslador al siguiente.

Finalmente había llegado al Cairo pero por un desfase de tiempo había aparecido a unos kilómetros pero lejos de desanimarme me dio la oportunidad de sacar mi espíritu aventurero, excitándome a caminar con la mochila sobre los hombros y con un sombrero protegiéndome la vista. – ¿Indiana quieres un mapa?- Pregunto uno de los miembros de un campamento mientras hacia referencia a mis vestimentas, botas negras, un pantalón caqui, camisa blanca y una cazadora de color negro. –No pero si pudieras rentarme a tu camello estaría agradecido.- Bromee divertido pero la actitud del hombre me dio mucho que desear así que extraje un saco lleno de monedas de oro de mi bolsa, me acerque a el arrojándoselo a los pies y me acerque al dromedario de color blanco. –Entonces te lo compro.- Concluí ante su sorpresa para después hacer que este se bajara dándole un golpecito en un lugar adecuado, luego subí en el y di uno más para que se levantase.

Posteriormente me retire ante la mirada atónita de los miembros de la expedición que seguían frotándose los ojos creyendo una alucinación del desierto lo que había sucedido, primero por la forma misteriosa en la que había aparecido y segundo mi manera de manejar al animal a pesar de parecer un chico de ciudad. –Creo que tenemos que ponerte un nombre- Musite suavemente a mi nuevo amigo mientras le guiaba a donde se suponía estaba el campamento de mi madre, agradeciendo mi curiosidad por indagar en los libros y buscar hechizos básicos de localización. -¿Qué tal si te ponemos Sahir?- Inquirí como si me entendiera, el animal ladeo la cabeza hacia mi y luego se volvió al camino como si lo negara. -Bien bien ese no te gusta, entonces que tal… ¿Joker?- Volví a preguntar para recibir una rara vocalización que parecía más un “si me gusta”.

-Bien ese será tu nombre.- Anuncie finalmente para después volver la vista al camino, admirando el paisaje hasta que una brillante cabellera rubia se ondeo con el viento llamándome, le di un golpecito en la joroba con el pie y el dromedario se acerco a ella que dando a tan solo unos metros. –Mami me he comprando una nueva mascota.– Exclame divertido rompiendo con la paz del lugar. -¿Crees que pueda tenerlo en el jardín?- Bromee riendo mientras llevaba mi diestra a mis cabellos alborotándolos suavemente al mismo tiempo que apartaba la arena que el viento había hecho llegar a el.

Mi sonrisa se amplio cuando mi madre apremiase mi nueva mascota al tiempo que acariciaba su rostro provocando que este se inclinara intentando tirarme pero conseguí mantener el equilibrio como un jinete respetable, no obstante, este empezó a peligrar cuando sus palabras me hicieron reír de forma descontrolada. –Mamá por favor no…- Resoplé mientras me aferraba a la rienda recuperando lentamente la cordura, me acomode en la joroba y me incline para mirarla. –Quizás logremos mantenerlos bien en el jardín pero que Lyss acepte uno como mascota es tan difícil como hacer que un “sangre pura” libere a su elfo domestico e incluso si los comparas independizar al elfo es como quitar un dulce a un niño. – Bromee dando a entender a mi madre los gustos de mi hermana, sabiendo perfectamente que ella preferiría un auto a un camello o un caballo.

Acto seguido sentí descender al animal quedando al nivel de la arena invitándome a bajar, así que obedecí y al siguiente instante me vi quitándome el sombrero para acomodarlo sobre la silla de montar. –Me llamo Joker.- El camelgo albino respondió gracias a mis habilidades con el ventrilocuismo, mientras me acaba a mi madre rodeando su cintura con mis brazos desde la parte de atrás colocando mi mentón en su hombro sin que mi sonrisa se apartara de mi rostro en ningún instante y fue entonces que mis labios volvieron a abrirse. –Me has hecho falta mami.- Murmure suavemente ladeando mi rostro para darle un ataque de besos cariñosos en su mejilla como lo hacía desde que era un crío, luego me separe con delicadeza y le mire con afecto. –Pero mírate cada día eres más bella.- Agregué regalándole un halago, debido la conversación para no empezar a pedirle consejos y atacarle con una sarta de preguntas.

Justo en el momento en el que abrazaba a mi madre le escuche hablar con el dromedario, prometiéndole lo que parecía ser una cita con su camelia y sin pensarlo mi sonrisa se había ampliado tanto como las que se utilizaban en los comerciales de dentífricos. – Es que me has criado bien.- Conteste entre los besos que depositaba en sus pómulos con un infinito cariño mientras escuchaba su risa cantarina seguida por las palabras que me hicieron recordar la época en la que era tan solo un gazapo pequeño acurrucado entre sus brazos. –Siempre seré tu pequeño.- Asegure convencido al tiempo que correspondía a su abrazo repartiendo mimos suaves en su espalda con las yemas de mis dedos, permaneciendo en aquella posición por unos instantes más hasta escuchar su afirmación.

- Hee pensé que las madres no tenían permitido mentir.- Repliqué divertido pensando en que mi madre era una de las mujeres más bellas que había conocido a la vez que recibía la dulzura de su beso incitándome para afirmarle entre mis brazos levantándole levemente y le di una vuelta suave. – Si vuelves a decirlo tendré que castigarte como tu lo hacías conmigo.- Le advertí en forma de juego regresándole con cuidado al piso preservando mi sonrisa en cada instante. – Mmm ahora que lo mencionas ha sido un viaje largo y te agradeceríamos mucho si alimentas a este par de viajeros.- Bromee después de escuchar su ofrecimiento haciendo una breve reverencia como uno de los príncipes de los antiguos cuentos.